En un modelo de sociedad como el actual, las prioridades, desde el punto de vista de las personas, cambian permanente. Por lo tanto, también lo hacen el de las empresas o el de las instituciones. Cada vez es más difícil encontrar a una empresa que no disponga de un departamento de Responsabilidad Social Corporativa. De hecho, según un estudio de KPMG, realizado en 2017, ya confirmaba en aquel momento que el 75% de las empresas encuestadas disponía de un Departamento de sostenibilidad, o bien de RSC. El impulso de las acciones de Responsabilidad Social Corporativa nos puede indicar que la exigencia social a las empresas puede estar en crecimiento.
La responsabilidad social corporativa
Cuando se habla de responsabilidad corporativa se hace referencia a un concepto que engloba todos los departamentos y actuación de empresa y que implica la aceptación de la empresa como un ente, también comunicativa. Es decir, la empresa no solo comunica lo que quiere, sino que comunica lo que es y cómo es. Uno de los elementos que más preocupa dentro del ámbito de la comunicación corporativa es la capacidad de generar y de proyectar una marca. Pues bien, la responsabilidad social corporativa forma parte, también, de esa proyección. Todas aquellas acciones que se lleven a cabo desde un departamento de RSC formaran parte también de esa imagen intencional que representa la propia marca.
Aun así, es importante tener en cuenta que uno de los objetivos fundamentales de la Responsabilidad Social Corporativa es consolidar una reputación de largo alcance y positiva de la organización. Para eso, se requiere que las acciones llevadas a cabo guarden una misma coherencia. Si no se consigue una coordinación entre las diferentes acciones impulsadas desde la coordinación de RSC la reputación no se articulará correctamente. Pues no se trata solo de una identidad corporativa (interpretación de la imagen que se intenta proyectar desde la empresa) sino de la construcción de una visión derivada del comportamiento en relación con el contexto social, económico, etc, así como también de la misma actividad económica.
Para eso, una de las claves es la percepción de la integración de las acciones de Responsabilidad Social Corporativa. Las organizaciones se enfrentan, cada vez más, a un público sensibilizado y con más capacidad de discernir y analizar si las acciones
La digitilización ha favorecido la exigencia
En ese sentido, son muchos los motivos por los que las empresas, cada vez más, están en el punto de mira por sus actuaciones y su “asunción de responsabilidad” por el impacto que pueda tener su actividad en el contexto ambiental, económico o social”. Entre los motivos pueden ser:
- La expansión de la digitalización: el uso masivo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han facilitado el acceso masivo a información que hasta ahora era o bien desconocida o de difícil acceso para buena parte de la sociedad.
- La globalización: los mercados son cada vez más complejos y el acceso a áreas comerciales donde hasta operaba ha obligado a las empresas a aprender algunas características propias de esos mercados. En ese sentido, hay más atención sobre la actuación y el comportamiento de esas empresas en esos mercados.
- La emergencia climática: la sensibilidad por la situación climática ha tenido un impacto en la sensibilidad social. Cada vez más se exige medidas para mitigar el impacto medioambiental. Incluso, la legislación se convierte en un filtro para según que actuaciones.
- La legislación: como se ha comentado, la legislación puede actuar como promotor de la transparencia y facilitar que se pueden exigir según que elementos a las organizaciones. El impacto de esta legislación puede variar en función de su rango de vigencia. Una directiva aprobada desde la Unión Europea tendrá un impacto superior a ordenamiento jurídico de un Estado comunitario.
Estos son algunas de las situaciones que hacen que esté en crecimiento la exigencia social a las empresas. Aun así, pueden variar y, de hecho, cada vez se suman más a la lista.